El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas mayores, aunque puede comenzar a manifestarse en etapas más tempranas. Es una forma de demencia que provoca un deterioro progresivo de las funciones cognitivas, como la memoria, el pensamiento, el lenguaje y la capacidad de realizar actividades diarias. Esta enfermedad tiene un impacto significativo en la vida de quienes la padecen y en sus familiares.
Los síntomas iniciales suelen incluir pérdida de memoria, confusión, dificultad para encontrar palabras y desorientación. A medida que la enfermedad avanza, los síntomas pueden volverse más severos e incluir problemas de juicio y razonamiento, cambios en la personalidad, dificultad para realizar tareas cotidianas y pérdida de la capacidad para reconocer a familiares y amigos. Las personas pueden experimentar dificultades en la concentración, en la toma de decisiones y en el manejo de responsabilidades complejas. Esto puede llevar a una incapacidad permanente.
Somos expertos y te escuchamos sin ningún compromiso.La enfermedad de Alzheimer puede llevar a diversos niveles de incapacidad laboral, que se determinan según la severidad de los síntomas y el impacto en las funciones diarias. A continuación, se describen los tipos y grados de incapacidad laboral que pueden ser relevantes para quienes padecen esta enfermedad.
La incapacidad parcial se define como una disminución del rendimiento laboral en al menos un 33%. Las personas con Alzheimer en esta categoría pueden enfrentar dificultades para realizar tareas específicas o mantener la concentración, pero aún pueden llevar a cabo algunas funciones laborales con adaptaciones o asistencia.
La incapacidad permanente total ocurre cuando una persona con Alzheimer no puede continuar con su actividad laboral habitual debido a la progresión de la enfermedad. En este grado, la persona no es capaz de desempeñar sus tareas laborales normales. Por ejemplo, el desempeño de profesiones que tengan un alto requerimiento a nivel mental como puede ser la de médicos o ingenieros.
Para personas de 55 años en adelante, la incapacidad permanente total cualificada incluye una base incrementada en un 20%. Este ajuste adicional se realiza para considerar el impacto acumulado de la edad y la enfermedad en la capacidad laboral, reflejando una mayor necesidad de apoyo o adaptación en el entorno laboral.
La incapacidad permanente absoluta se caracteriza por la imposibilidad de realizar cualquier actividad laboral. Las personas en esta categoría no pueden desempeñar ningún tipo de trabajo debido a la severidad de los síntomas del Alzheimer, que afectan gravemente su capacidad cognitiva y funcional.
La gran invalidez implica la necesidad de asistencia continua de terceros para llevar a cabo las actividades diarias. Los individuos en esta categoría requieren ayuda constante debido a la pérdida severa de la autonomía personal y funcional, lo que hace imposible que puedan realizar cualquier tarea laboral sin apoyo significativo.
En este supuesto nos encontraríamos a aquellas personas que, como consecuencia de la evolución de su enfermedad necesitan de una tercera persona para realizar tareas de higiene, comida (ya que puede constituir un riesgo tanto para sí mismos como para terceros), o para la toma de medicación, por ejemplo.
El proceso para solicitar incapacidad laboral debido al Alzheimer es detallado y requiere varios pasos clave, dado el impacto significativo que la enfermedad puede tener en la capacidad de trabajo:
El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) dispone de un período de 135 días para emitir una resolución sobre las solicitudes de incapacidad permanente. Si transcurre este tiempo sin recibir respuesta, se considera que la solicitud ha sido rechazada por silencio administrativo.
En tal caso, el solicitante tiene 30 días para interponer una reclamación formal. Si la reclamación no prospera y es nuevamente denegada, se puede proceder con una demanda judicial en los tribunales correspondientes, dentro de los 30 días hábiles siguientes a la denegación.
La evaluación del Alzheimer es un proceso integral que permite determinar el impacto de la enfermedad en la capacidad funcional y laboral de una persona. Este proceso ayuda a establecer el grado de incapacidad necesario para solicitarla. La evaluación incluye varias etapas clave para asegurar un diagnóstico preciso y una adecuada determinación de la incapacidad.
Se realizan pruebas específicas para medir el impacto del Alzheimer en las capacidades cognitivas y funcionales del individuo. Estas pruebas suelen incluir evaluaciones neuropsicológicas, exámenes de memoria, y análisis de habilidades para realizar actividades diarias. La información obtenida ayuda a documentar cómo la enfermedad afecta la capacidad para desempeñar tareas laborales y otras actividades esenciales.
Las escalas FAST y GDS se emplean por los facultativos médicos para definir cada una de las fases de la enfermedad, lo que nos permitirá determinar, de una manera más objetiva la limitación.
El tribunal médico es la entidad encargada de revisar y evaluar la solicitud de incapacidad. Este tribunal está compuesto por profesionales de la salud que examinan los informes médicos y evaluaciones funcionales para determinar el grado de incapacidad. Su tarea es verificar la severidad del Alzheimer y su impacto en la capacidad laboral del solicitante, proporcionando una recomendación sobre la concesión de la incapacidad.
La baja laboral por Alzheimer se concede cuando la enfermedad impide al trabajador realizar sus funciones habituales debido a la progresiva pérdida de capacidades cognitivas. La duración de la baja puede variar según la evolución de la enfermedad y la capacidad del trabajador para seguir desempeñando sus tareas. Es importante seguir los procedimientos adecuados para la solicitud de baja y proporcionar la documentación médica necesaria.
Para asegurar una solicitud de incapacidad efectiva y adecuada, es fundamental seguir ciertos pasos y recomendaciones. Estos incluyen la recopilación de documentación médica actualizada y el asesoramiento legal especializado.
Es esencial reunir informes médicos detallados y actualizados que reflejen el estado del Alzheimer y su impacto en la capacidad laboral. Los informes deben ser proporcionados por especialistas en neurología y otros profesionales de la salud que hayan evaluado al paciente.
Como hemos mencionado ya anteriormente, sería importante que en los informes médicos realizados por el neurólogo indicara su puntuación en las escalas FAST o GDS.
Consultar con abogados de incapacidad permanente es crucial para navegar el proceso de solicitud de incapacidad. Los expertos pueden proporcionar orientación sobre los requisitos legales, ayudar con la preparación de documentos y representar al solicitante en caso de reclamaciones o procedimientos judiciales.
Revisar casos precedentes de éxito puede ofrecer una visión valiosa sobre el proceso y los criterios utilizados para la concesión de incapacidad. Analizar casos similares puede ayudar a preparar una solicitud más robusta y aumentar las posibilidades de obtener una resolución favorable.
Recientemente en el Despacho se ha conseguido el reconocimiento de una Incapacidad permanente en grado de Gran invalidez a un cliente que había sido diagnosticado de Alzheimer en grado moderado que necesitaba supervisión continua en su día a día -y así constaba en sus informes médicos- y que le había sido reconocido un grado de dependencia severa.
PRIMERA VISITA GRATIS
Sin ningún tipo de compromiso, te aconsejaremos sobre tus mejores opciones.