La cirrosis hepática es una enfermedad del hígado en la que se produce una cicatrización y daño en el tejido hepático, lo que puede interferir con el flujo sanguíneo normal en el hígado y reducir su capacidad para realizar sus funciones. La cirrosis puede ser causada por diferentes factores, como la hepatitis viral, o enfermedades autoinmunitarias, pero en muchos casos, el causante es el abuso crónico de alcohol.
En cualquier caso, esté ligada o no con el alcoholismo, la cirrosis hepática puede ser motivo de concesión de una invalidez, ya sea en el grado de total para la profesión habitual o incluso absoluta para todo trabajo. Para ello, lo mejor es contar con nuestros abogados expertos en incapacidad permanente.
Algunas personas con cirrosis hepática pueden no presentar síntomas en las etapas tempranas de la enfermedad, y además varían según la gravedad y las características personales:
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica que puede afectar gravemente la capacidad laboral. Según el nivel de afectación, el trabajador puede recibir diferentes grados de incapacidad, que van desde una reducción parcial de su capacidad hasta la necesidad de ayuda constante.
Implica una reducción del 33% de la capacidad laboral. Aunque el trabajador puede seguir realizando ciertas actividades, su rendimiento se ve limitado. Esto suele aplicar a personas con cirrosis en fases menos avanzadas que aún permiten algunas tareas laborales, aunque con dificultades.
El afectado no puede realizar su empleo habitual debido al avance de la enfermedad. La cirrosis impide que el trabajador siga desempeñando sus funciones, pero podría realizar otras actividades laborales más ligeras que no demanden tanto esfuerzo físico.
Aplica a trabajadores mayores de 55 años que no pueden realizar su trabajo habitual. En este caso, se concede un incremento del 20% en la base reguladora, debido a la dificultad añadida de reinsertarse laboralmente por la edad y la enfermedad.
Este grado de incapacidad impide completamente cualquier tipo de trabajo. La cirrosis hepática avanzada limita al paciente hasta el punto de no poder realizar ni las tareas laborales más sencillas debido a la gravedad de la afección.
La gran invalidez se otorga cuando el paciente necesita asistencia constante de terceros para realizar las actividades diarias. En estos casos, la cirrosis hepática ha avanzado tanto que el afectado no puede valerse por sí mismo en su vida cotidiana.
Para gestionar la incapacidad permanente por cirrosis hepática, es necesario seguir una serie de pasos clave:
El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) tiene un periodo de 135 días para decidir sobre las solicitudes de incapacidad. Si no se recibe respuesta durante este tiempo, se interpreta como una denegación por silencio administrativo.
Posteriormente, el solicitante cuenta con 30 días hábiles para presentar una reclamación previa. Si la reclamación es desestimada, se puede iniciar un proceso judicial en los 30 días hábiles siguientes a la notificación de la denegación.
La evaluación de la cirrosis hepática es esencial para entender el grado de daño en el hígado y planificar el tratamiento adecuado. Utiliza pruebas de sangre, estudios de imagen y biopsias para determinar el estado del hígado y guiar el manejo de la enfermedad.
La evaluación funcional analiza cómo la cirrosis afecta la capacidad del hígado para realizar sus funciones. Se basa en pruebas específicas y puede determinar si la persona puede llevar una vida relativamente normal. Con el tratamiento adecuado, es posible vivir con cirrosis hepática, aunque la calidad de vida puede variar.
El tribunal médico evalúa el impacto de la cirrosis en la capacidad de trabajo. Examina los informes médicos y el estado general del paciente para decidir sobre la validez de la baja laboral y los derechos asociados a ella.
La baja laboral por cirrosis hepática se concede cuando la enfermedad impide cumplir con las funciones laborales normales. Los criterios varían según el país y la severidad de la condición del paciente.
Trabajar con cirrosis hepática es posible en algunos casos, dependiendo del estado de salud y las exigencias del trabajo. Es importante adaptar el entorno laboral y realizar ajustes para manejar la enfermedad de manera efectiva.
Es fundamental seguir ciertas recomendaciones para manejar la cirrosis hepática y minimizar el deterioro. Estas incluyen mantener una dieta adecuada, seguir el tratamiento médico y monitorizar regularmente los síntomas de daño hepático.
Para gestionar la cirrosis hepática y solicitar beneficios o bajas laborales, se requiere una documentación detallada. Esto incluye informes médicos, resultados de pruebas y descripciones de síntomas del hígado dañado.
Un abogado de incapacidades puede ofrecer asesoramiento crucial sobre los derechos y opciones legales en caso de cirrosis hepática. Este apoyo es esencial para asegurar el cumplimiento de las leyes laborales y de seguridad social.
Los casos precedentes de éxito pueden ofrecer ejemplos y estrategias útiles para manejar la cirrosis hepática en el contexto laboral. Estos casos pueden proporcionar orientación sobre cómo enfrentar situaciones similares con éxito.
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