La fatiga crónica es una condición médica caracterizada por una sensación de cansancio profundo y persistente que no mejora con el descanso y dura varios meses. A diferencia del cansancio normal, la fatiga crónica no se alivia con el sueño y afecta significativamente la calidad de vida.
Las personas que la sufren a menudo experimentan problemas de concentración y memoria, dolores musculares y articulares, trastornos del sueño, y en algunos casos, dolores de garganta y ganglios linfáticos inflamados. En numerosas ocasiones la fatiga crónica va acompañada de otras dolencias como la fibromialgia, por lo que se tendrá en cuenta también a la hora de declarar un grado de incapacidad permanente.
Por estas razones, algunas personas con fatiga crónica encuentran difícil mantener un empleo regular. La incapacidad para realizar tareas de manera eficiente, la necesidad de descansos frecuentes y la posibilidad de ausencias inesperadas debido a la exacerbación de los síntomas llevan a la necesidad de solicitar una incapacidad laboral.
Esta incapacidad puede ser necesaria cuando la fatiga crónica afecta gravemente la capacidad de una persona para desempeñarse en su trabajo de manera efectiva y sostenible, a menudo requiriendo incluso que se trate de una incapacidad permanente.
Te escuchamos sin ningún compromiso en una visita gratuita.La fatiga crónica puede dificultar enormemente el desempeño laboral e incluso llegar a hacerlo imposible en algunos casos. La severidad de la limitación varía según la naturaleza del trabajo que desempeñe la persona afectada, pero en general, esta condición puede resultar en un impacto significativo en la capacidad de trabajar.
Este grado de incapacidad se asigna cuando una persona sigue siendo capaz de trabajar, pero su rendimiento se ve reducido en al menos un 33%. A pesar de que puede realizar sus tareas, la fatiga crónica afecta su capacidad para hacerlo de manera eficiente y con la misma eficacia que antes.
Se otorga cuando una persona no puede continuar con su profesión habitual debido a la fatiga crónica. Este tipo de incapacidad es común en quienes padecen esta condición, ya que afecta diversas funciones y habilidades necesarias para llevar a cabo el trabajo de manera efectiva, sobre todo a la hora de realizar esfuerzos físicos o mantener posturas forzadas durante toda la jornada laboral.
Esta categoría es similar a la incapacidad permanente total, pero está dirigida a personas mayores de 55 años. La dificultad para encontrar un nuevo empleo a esta edad, sumada a los desafíos que presenta la fatiga crónica, justifica este tipo de incapacidad.
Este grado se asigna a quienes están completamente incapacitados para realizar cualquier tipo de actividad, ya sea laboral o incluso las tareas más sencillas y sedentarias. La fatiga crónica en su forma más severa puede llevar a esta situación, donde la persona no puede llevar a cabo ni las actividades más básicas.
Es el grado más alto de incapacidad y se reserva para quienes requieren asistencia constante para realizar las actividades diarias básicas, como vestirse, bañarse o comer. En estos casos, la fatiga crónica alcanza niveles extremos, impidiendo por completo la autosuficiencia y requiriendo la ayuda de terceros para las tareas más esenciales.
Entendemos bien cómo abordar los casos de incapacidad relacionados con la fatiga crónica y otras enfermedades debilitantes. Aquí te presentamos cómo es el proceso:
La Seguridad Social dispone de un plazo de hasta 135 días para emitir una decisión sobre las solicitudes de incapacidad permanente. Si no se recibe una respuesta dentro de este período, se considerará que la solicitud ha sido rechazada por silencio administrativo.
Una vez que se reciba la resolución, el solicitante tiene un plazo de 30 días laborables para presentar una reclamación administrativa en caso de desacuerdo. Si esta reclamación también es desestimada, se puede iniciar un proceso judicial ante los tribunales dentro de los 30 días hábiles siguientes a la notificación de la denegación.
La fatiga crónica, al igual que otras condiciones debilitantes, requiere una evaluación detallada para comprender su impacto en la vida diaria del afectado. Aquí te presentamos una guía sobre cómo se lleva a cabo este proceso:
La evaluación funcional se centra en analizar cómo la fatiga crónica afecta la capacidad del paciente para desempeñarse laboralmente. Se utilizan pruebas especializadas para medir la severidad de la fatiga, la debilidad, la falta de coordinación y las dificultades en la realización de tareas laborales. Este análisis permite comprender cómo la fatiga limita el desempeño y la adaptación en el entorno laboral.
Este tribunal se encarga de ver el impacto de la enfermedad en el paciente. Examina informes médicos, resultados de pruebas diagnósticas y estudios relevantes para emitir una valoración sobre las limitaciones que la enfermedad impone en la capacidad laboral del afectado. Este proceso valora cómo la fatiga crónica afecta tanto el desempeño profesional como la vida cotidiana.
La fatiga crónica afecta gravemente la capacidad de una persona para realizar sus tareas laborales. A diferencia de la fatiga temporal que muchas personas experimentan tras un esfuerzo intenso o una mala noche de sueño, la fatiga crónica es persistente y no mejora con el descanso.
La duración de la baja laboral por fatiga crónica varía según la severidad de la condición y las recomendaciones médicas. En casos leves, la baja puede ser de corto plazo, mientras que en situaciones más graves puede ser necesaria una baja prolongada, a veces por varios meses o incluso años, en cuyo caso es viable la incapacidad permanente. La naturaleza fluctuante de la fatiga crónica significa que los períodos de incapacidad pueden alternarse con fases de mejoría.
Las pautas que reflejamos a continuación son las mejores para el proceso de conseguir la incapacidad permanente. Además de reunir toda la documentación, hay que prepararse para el tribunal médico, algo que hacemos con cada uno de nuestros clientes. La preparación es fundamental en este momento, si se quiere tener éxito.
Reunir informes médicos detallados, resultados de pruebas y cualquier evidencia que demuestre el impacto de la fatiga crónica en la capacidad laboral es esencial. Esta documentación respalda la solicitud de baja y justifica la necesidad de la invalidez.
Es importante que se especifiquen las limitaciones que el paciente presenta en el día a día como consecuencia de la patología.
Consultar con un abogado de incapacidades es fundamental para gestionar una baja por fatiga crónica. La asesoría legal garantiza la correcta preparación de la documentación y ayuda a resolver conflictos con el empleador, asegurando cumplir escrupulosamente todos los trámites.
Los ejemplos de casos reales gestionados con éxito para obtener una baja laboral por fatiga crónica ilustran cómo se abordan las solicitudes y desafíos comunes. Estos casos nuestros de éxito. proporcionan una perspectiva práctica del proceso y las soluciones aplicadas en situaciones similares.
En Toro Abogados hemos conseguido que nuestros clientes obtengan la incapacidad permanente derivada de fatiga crónica. En el presente caso, acreditamos que el grado de fatiga crónica sufrida por la trabajadora es de 3 sobre 4, es decir, un grado severo, asociada además a sensibilidad clínica múltiple con intolerancia farmacológica, lo que limitaba el tratamiento y con fibromialgia.
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