La depresión es un trastorno mental que perjudica a quien lo padece, llegando a tener un impacto profundo y negativo en la vida laboral de una persona, afectando no solo su bienestar emocional, sino también su capacidad para desempeñarse en el trabajo. Este trastorno se manifiesta a través de una disminución de la concentración y la productividad, así como mediante el ausentismo recurrente o el presentismo, donde el individuo está físicamente presente pero no puede rendir al máximo de sus capacidades.
Las relaciones laborales también pueden verse afectadas, ya que la depresión puede hacer que la persona se vuelva más irritable, distante o sensible, dificultando la colaboración y la comunicación con colegas y supervisores. Además, la calidad del trabajo puede disminuir notablemente debido a la falta de interés y a las dificultades para seguir instrucciones o completar tareas. En los casos más severos, la depresión puede llevar a una incapacidad permanente.
La Guía de valoración de incapacidad laboral para médicos de atención primaria determina que el trastorno depresivo mayor es aquel que se define por la presentación de un (TDM episodio único) o más (TDM recurrente) episodios depresivos mayores y que, a su vez, un episodio depresivo mayor se define por la presencia de cinco o más de los síntomas siguientes durante por lo menos dos semanas.
Los síntomas que debe presentar, siendo preciso que uno de esos cinco sea el número uno o el dos, son los siguientes:
La depresión puede conllevar diferentes grados de incapacidad permanente, en función de la gravedad y el impacto en la vida y salud del individuo.
La depresión en grado parcial implica una reducción significativa del rendimiento laboral, afectando moderadamente la capacidad para llevar a cabo tareas específicas en el trabajo y disminuyendo el desempeño en al menos un 33%.
Se considera cuando la depresión impide al trabajador desempeñar su profesión habitual, aunque podría realizar otro tipo de trabajo que no requiera el mismo nivel de esfuerzo mental o emocional.
Aplicable a aquellos trabajadores que, además de no poder realizar su trabajo habitual, enfrentan dificultades adicionales para encontrar otro empleo debido a factores como la edad avanzada o la falta de cualificaciones. Esta clasificación solo se otorga a partir de los 55 años.
Este grado se concede cuando la depresión impide completamente al trabajador realizar cualquier tipo de trabajo, incluyendo tareas ligeras o de baja demanda emocional.
Reservada para casos graves en los que la depresión deja al individuo completamente dependiente de la ayuda de terceros para llevar a cabo actividades diarias básicas.
Para comenzar el trámite de solicitud de incapacidad permanente por depresión, es esencial seguir estos pasos:
El Instituto Nacional de la Seguridad Social tiene un plazo de 135 días para resolver una solicitud de incapacidad permanente. Si transcurrido este tiempo no se ha recibido una respuesta, se considerará que la solicitud ha sido denegada por silencio administrativo.
Una vez recibida la resolución del INSS, se dispone de 30 días hábiles para presentar una reclamación administrativa. Si esta reclamación es rechazada, el solicitante tiene 30 días hábiles desde la notificación de la denegación para interponer una demanda judicial.
La evaluación médica para determinar la incapacidad permanente por depresión es fundamental y se enfoca en identificar las limitaciones emocionales y cognitivas del paciente. Este proceso implica un análisis detallado de la salud mental del individuo, realizado por profesionales especializados en el campo.
Evaluación Funcional en Casos de Depresión
La evaluación funcional examina las capacidades emocionales y cognitivas del paciente en relación con los requisitos de su trabajo habitual. Se valoran aspectos como la capacidad de concentración, memoria, interacción social y manejo del estrés, considerando el impacto de la depresión en estas áreas.
Tribunal Médico y Depresión: Factores Clave
El tribunal médico analiza diversos elementos para evaluar la incapacidad permanente por depresión. Esto incluye informes médicos completos, resultados de la evaluación funcional y el historial clínico del paciente. La edad, educación, experiencia laboral y las posibilidades de rehabilitación o reentrenamiento profesional son también aspectos importantes.
La baja laboral debido a la depresión es resultado de un trastorno crónico que afecta principalmente el estado emocional y cognitivo del individuo. La depresión causa síntomas como tristeza persistente, falta de energía, dificultades de concentración y problemas para dormir. Aunque se emplean tratamientos como psicoterapia y medicamentos antidepresivos, en muchos casos estos no son totalmente efectivos, requiriendo que la persona esté de baja laboral durante períodos prolongados.
La capacidad de trabajar mientras se experimenta depresión mayor no es la misma en todas las personas, por lo que cada caso debe ser analizado individualmente. Algunas personas pueden continuar trabajando con cierta eficacia, especialmente si reciben tratamiento adecuado y cuentan con un entorno laboral comprensivo y flexible.
Sin embargo, para otras personas, la depresión mayor puede ser tan debilitante que afecta seriamente su capacidad para funcionar en el trabajo, y así lo determina la guía de valoración de la incapacidad laboral de atención primaria.
Para mejorar las perspectivas ante un tribunal médico al solicitar la incapacidad permanente por depresión, es esencial seguir recomendaciones específicas.
En primer lugar, es decisivo recopilar toda la documentación médica pertinente que respalde el diagnóstico y la severidad de la depresión. Los informes médicos deben detallar claramente cómo la condición afecta la capacidad laboral del individuo.
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A continuación, presentamos ejemplos significativos de casos en los que se ha reconocido la incapacidad permanente debido a la depresión, destacando los factores que han influido en las decisiones judiciales.
En el caso de nuestro cliente, fue reconocido en fase administrativa en situación de incapacidad permanente absoluta por presentar un diagnóstico de trastorno depresivo mayor recurrente grave y trastorno de ansiedad presentando elevados niveles de ansiedad, irritabilidad, descontrol de impulsos, además de ideas pasivas de muerte. Además, había estado en tratamiento con esketamina sin haber resultado positivo para su recuperación.
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